Algunos Pensamientos Sobre la Oración 

(Parte 1)

 

       Creo que la oración es muy descuidada porque mucha veces se entiende mal. Hay muchos aspectos de la oración que uno no puede entender exactamente como en todos los casos del trato de Dios con el hombre. No obstante, la oración es una parte de la vida del Cristiano.

       Hay conceptos falsos de la oración. Algunos sienten que en vista de que los milagros han cesado nada bueno puede salir de la oración. Se olvidan que Dios opera a través de las leyes naturales tanto físicas como espirituales. Esta es la forma de Dios de obrar Su voluntad como lo ha diseñado. ¿Quién puede negar esto? La oración debe ser en conformidad con la voluntad de Dios y la fe es esencial para la oración efectiva (Sant. 1:6; Mat. 21:22).

       Una expresión del hermano E.A. Elam es tan fresca y apropiada ahora como cuando fue leída primero en 1928:

Los hombres y mujeres nombrados en el Antiguo Testamento como los mas reverentes, teniendo el profundo respeto por la Palabra de Dios, habiendo hecho los más grandes progresos en espiritualidad y en el conocimiento de la verdad, y los mas solícitos en servir al propósito de Dios en promover Su causa fueron los más piadosos y devotos - Moisés y Samuel, por ejemplo (Jer. 15:1); también Noé, Job y Daniel (Ezeq. 14:14).

Así lo es en el Nuevo Testamento, y así lo es ahora. Los mas desarrollados en la verdadera piedad, en la gracia y santidad, y en el conocimiento de la verdad, son los sinceramente mas piadosos y devotos.

Pablo, el más sacrificado y heroico y quien llevó a cabo la mayoría de establecimiento y edificación de iglesias, fue también más diligente en seguir su propia exhortación inspirada: "Orad sin cesar". Sin la incesante oración no podría haber ejercitado tan grande dominio propio, no habría avanzado como lo hizo en la santidad personal, "... llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo" (2 Cor. 10:5), y no podría haber llegado a la gran consumación descrita en 2 Timoteo 4:6-8.

Una de las primeras cosas que hizo Pablo después que dejó de perseguir a Jesús fue, "... porque he aquí, él ora" (Hch. 9:11); y su última exclamación registrada es una oración para Timoteo: "El Señor Jesucristo esté con tu espíritu. La gracia sea con vosotros. Amén" (2 Tim. 4:22).

Es muy instructivo, y por tanto, útil, estudiar todas las oraciones registradas, no solamente las de Pablo, sino la de todos los hombres y mujeres piadosos de la Biblia.

Ninguna de estas muchas oraciones, ofrecidas bajo diferentes circunstancias y en tiempos diferentes, era una colección de fases establecidas o palabras formales, sino una expresión del completo deseo del alma y directamente al punto.

Las oraciones dirigidas a Dios no deben estar llenas de palabras vacías u ociosas, sino que deben ser al punto y usualmente cortas.

Todo aquel que ora quisiera pensar que las oraciones serán contestadas; en consecuencia, uno quiere saber como ofrecer la oración aceptable a Dios. Por tanto, no puede haber nada tan instructivo como estudiar las oraciones que han agradado a Dios y que han sido contestadas (Notas Sobre las Lecciones de la Escuelas Bíblica por Elam, 1928, Págs. 316-317).

       Algunos sostienen que cualquier solicitud que fue hecha en el primer siglo era por una manifestación milagrosa de Dios con su cumplimiento. Esto no es como fue. Cuando Jesús oró, "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen" (Lucas 23:34), no estaba pidiendo que sin fe y obediencia estos fueran salvos. Entonces, debe haber sido que El oró que ellos pudieran llegar a creer, obedecer y ser salvos. Cuando Pablo oró por Israel para que pudiera ser salva, ciertamente no oró para que Dios los salvara contrario a Su voluntad ni milagrosamente. El, me parece, estaba orando que Israel pudiera llegar a entender, creer, obedecer y ser salva. No obstante, ambos, el Señor y Pablo oraron por los pecadores. De manera que todas las oraciones no fueron para un cumplimiento milagroso.

       Los Cristianos son enseñados a orar. Pablo escribió, "Orad sin cesar" (1 Tes. 5:17). Jesús le enseñó a los hombres a orar siempre y no desmayar (Lucas 18:1). Alguien contradirá, "Si estos pasajes son para nosotros, ¿cómo vamos a orar sin cesar o siempre?" La respuesta es clara - exactamente como lo hicieron los Cristianos del primer siglo. Deberíamos agradecer a Dios por el privilegio de la oración y de orar.

 

Por Leonard S. Tyler

(Traducido por Jaime Restrepo)

 

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