El Establecimiento de la Iglesia (3)

 

       De las muchas iglesias que solicitan su membresía, ¿cómo determina usted la iglesia que Jesús edificó? En vista de que todas las iglesias han tenido un comienzo, sabiendo en realidad cuándo estableció Cristo Su iglesia, ayudará a distinguir la Suya de aquellas fundadas por el hombre.

       Cincuenta días siguiendo a la muerte de Cristo amaneció un día que más tarde los hombres inspirados describieron como el «principio». La manifestación milagrosa del Espíritu Santo que cayó sobre los apóstoles en Pentecostés (Hechos 2:4), más tarde cayó sobre Cornelio y su casa (Hechos 10:44-46). Lo cual motivó a Pedro a decir: «Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio» (Hechos 11:15). Esta antigua fiesta del día de Pentecostés, marcó, entonces, el principio. Sonó al principio para públicamente proclamar las implicaciones de la muerte y resurrección de Cristo. En esto reposa una fresca apelación por el arrepentimiento, también como una nueva base para el bautismo (Hechos 3:26; 19:1-5; 2:38). En este histórico primer día de la semana empezó un nuevo censo: las personas eran añadidas al Señor (Hechos 5:14; 2:41). Y como veremos, esta mañana del Domingo de los tempranos 30 D.C. testificó el principio de la iglesia del Señor.

Un Fundamento Probado

       Una casa no es empezada sin primero colocar un fundamento firme. La casa de Dios, la iglesia, no es la excepción. Isaías aseguró al pueblo de su día que confiando en Jehová, y no en alianzas humanas, era como tener delante de ellos una piedra que había sido probada para ser digna fundamento para la construcción (Isaías 28:14-16). Pedro demostró que tal profecía tuvo un cumplimiento más perfecto en Cristo como el digno fundamento para la casa espiritual de Dios (1 Pedro 2:5-6).

       Abrigada sobre esta piedra fundamento estaba una firme roca. La confesión de Pedro: «Tu eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente», era la «roca» sobre la que Jesús «edificaría» Su iglesia (Mateo 16:16,18).

       La resurrección de Jesús de la muerte hizo estos dos fundamentos firmes para la construcción. Esto no solamente probó que Jesús era un fundamento fiel (1 Corintios 15:17-20), sino que convincentemente declaró a todos que El era verdaderamente el Cristo, el Hijo de Dios (Romanos 1:4).

       En Hechos 2, observamos este fundamento siendo colocado en los corazones de los hombres. Hablando de Cristo, Pedro dice: «Al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella» (Hechos 2:24). Como conquistador de la muerte, Jesús era ahora confiable para la vida eterna (comp. Hebreos 2:14-15; 7:25). Nuevamente hablando de Jesús, Pedro exclama: «...a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios he ha hecho Señor y Cristo» (v.36). La exclamación de los oyentes atentos «...¿qué haremos?» refleja que los corazones estaban convencidos con la veracidad de la afirmación de Pedro (Hechos 2:37-38). El fundamento había sido colocado, sobre la capa en ese momento.

«Postrero de los Tiempos» — «Postreros Días» — «Jerusalén»

       «Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de Jehová como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de Jehová, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sión saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra de Jehová» (Isaías 2:2-3). El escritor de Hebreos le informó a sus oyentes del primer siglo que ellos se habían acercado a este monte de Sión establecido y procedió a identificarlo sinónimamente con la iglesia y el reino (Hebreos 12:22-23,28).

       Los «postreros días» o «postreros tiempos» sirvieron como una marca de tiempo clave para el establecimiento de la iglesia o reino. Daniel predijo que Dios establecería Su reino en los días del Cuarto Imperio Mundial, Roma. Lo tal ocurriría en los «postreros días» (Daniel 2:28,44). Los «postreros días» también sería el tiempo cuando el Espíritu Santo sería derramado sobre toda carne (Joel 2:28). Hechos 2 fue el tiempo para que tales eventos empezaran, por lo que el inspirado Pedro dice: «Mas esto es...» (Hechos 2:16). La bandera Romana estaba ahora ondeando en el ancho mundo. Los ojos que habían perdido de vista a su maestro ascendiendo a los cielos, ahora con la ayuda del Espíritu, claramente lo vieron sentando como Rey en el cielo (Hechos 2:30-33).

       Jerusalén era el lugar de donde saldría la palabra de Dios, la ley de Sión. Jesús lo describió de esta manera: «Y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén» (Lucas 24:47). En Pentecostés, en la ciudad de Jerusalén, esta predicación salió cuando Pedro dijo: «Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados...» (Hechos 2:38).

       Todos los ingredientes para el establecimiento de la iglesia llegaron juntos por vez primera en Hechos 2. Jesús estaba en el lugar correcto para el inicio de la edificación — el Cielo. El fundamento correcto fue descubierto por infalibles obreros calificados. Todos los elementos estuvieron listos en el momento correcto y en el lugar correcto. Antes de Hechos 2, se hablaba de la iglesia como aún futura; después de Hechos 2, se refirió a ella como ya en existencia (Mateo 16:18; Hechos 5:11).

       Hay algunos que creen que la iglesia fue establecida por Cristo antes de Su muerte y resurrección. Pero si este es el caso, no solamente tendremos una iglesia edificada sobre un fundamento no probado; un reino sin un rey; sino un cuerpo sin cabeza. Porque no es hasta después que Cristo resucitó de los muertos que Dios lo hizo cabeza de Su iglesia (Efesios 1:20-23). Sin duda, la iglesia del Señor fue establecida en el primer Pentecostés después de la resurrección de Cristo, no antes.

       Considere las denominaciones. Del siguiente diagrama usted observará que ellas empezaron en el tiempo incorrecto, en el lugar equivocado, y por la persona errada para ser la iglesia que Cristo estableció:

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       Apreciado lector, ¿es usted miembro de la iglesia que empezó como está registrado en Hechos 2? Debería serlo, porque esta es la iglesia a la que Dios añadía, y continua añadiendo, los salvos (Hechos 2:47).

Por Jerry Fite
(Traducido por Jaime Restrepo)

 

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